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    Rhizoctonia violacea

Rhizoctonia violacea


En Alemania, fue descrita por primera vez en 1858 Rhizoctonia violácea (sinónimo: Rhizoctonia crocorum) en remolacha azucarera por Julius Kühn.

El hongo se encuentra repartido por toda Europa, sobre todo en Inglaterra, Francia y España. En Alemania, no aparece sino esporádicamente en el norte; en Estados Unidos, su presencia ocasional se limita a las regiones occidentales de cultivo de la remolacha azucarera.

Patógeno:
Rhizoctonia violácea

Síntomas:
Al igual que en la pudrición parda, en un inicio aparece en algunos sectores del campo. Infecciones extensas pueden ocurrir, pero son escasas.
Las plantas infectadas muestran síntomas de marchitez por no ser capaces de trasportar el agua y los nutrientes. La superficie de la raíz se cubre con un micelio rojo-violeta. A diferencia de la pudrición causada por Rhizoctonia solani, la pudrición por Rhizoctonia violácea comienza desde el ápice de la raíz y no desde la corona o los costados. Las raíces atacadas presentan una alta cantidad de tierra adherida.
La marchitez de la planta puede inducir a confusión, pero el micelio que se puede observar después de limpiar la superficie de la raíz es un síntoma inequívoco de esta enfermedad.

Biología:
La Rhizoctonia violácea pertenece al grupo de los hongos imperfectos y representa la forma asexual de Helicobasidium purpureum.
El hongo sobrevive como esclerocio, como micelio en la materia orgánica del suelo o afectando a raíces de malezas.
Tiene una gran gama de Hospederos, entre los que se destacan: papas, raps, zanahoria, trébol, alfalfa, espárrago, y malezas como: Sonchus, ortiga, stellaria, achilea y bolsita del pastor, entre otras.
La actividad de Rhizoctonia violácea comienza con temperaturas de suelo de 13°C pero tiene un óptimo de entre 22 y 25°C.
La dispersión del hongo es fundamentalmente por movimiento de suelo.
Se favorece en suelos arenosos o limosos, pero sobre todo en aquellos compactados o de mala estructura. A través de la siembra continuada de cultivos huéspedes, el nivel del inóculo del suelo aumenta, y con ello el riesgo de ataque.

Control:
Uso de variedades tolerantes. Al dar un manejo ideal al cultivo se puede evitar en gran medida un daño económico importante.
Una reducción del daño se puede lograr con las siguientes pautas de manejo:

1. Evitar daños en la estructura del suelo por malas preparaciones de éste.
2. Limitar los cultivos susceptibles en la rotación.
3. Evitar cultivos susceptibles inmediatamente antes de remolacha.
4. Araduras profundas
5. Mejorar la estructura del suelo con el uso de abonos verdes.
6. Al presentarse la enfermedad, cosechar la remolacha lo antes posible.